miércoles, 9 de abril de 2014

LA MADRINA DE BODA



La madrina de una boda es habitualmente la más especial de las invitadas. Por eso, nuestro post de hoy va dedicado a ella y su indumentaria, ya que después de la novia será posiblemente la mujer que acapare más miradas y comentarios.

Tendemos a pensar que la edad de la madrina condiciona el tipo de vestimenta que lucirá el día de la boda y, aunque en términos generales esto es cierto, al final es más bien una cuestión de estilo lo que debe determinar el modelo a elegir. La madrina, dentro de unos dictámenes más o menos estables, debe encontrarse cómoda en su traje.

La máxima general a tener en cuenta es la de no eclipsar a la novia. Por lo tanto, exceptuando enlaces temáticos que exijan una vestimenta de un color determinado, al igual que el resto de las invitadas, la madrina debe evitar los tonos blancos, marfiles y crudos. Por lo demás, la hora del día en la que tenga lugar la ceremonia también nos orienta sobre los colores a elegir, resultando más apropiados para las bodas de mañana los tonos pastel y destacando más los colores vivos en las ceremonias de tarde-noche.


También el largo del vestido suele variar en función de la hora a la que se celebre el enlace aunque, mientras que para el resto de invitadas el look de largo suele reservarse para las bodas de noche, la madrina puede permitirse un traje largo también en una ceremonia de mañana. En este caso, cualquiera de las dos opciones (largo o corto) puede ser acertada.


Además, el ornamento que la madrina elija para decorar su cabeza adquiere especial relevancia y, aunque no es imprescindible, suele dar un toque de sofisticación a su look. Una boda es la ocasión especial que permite lucir un sombrero o pamela en horario de mañana, o un tocado en las ceremonias de tarde. Como cualquier otro complemento, debe combinarse adecuadamente con el vestido, complementándolo en su justa medida.

Nuestra recomendación es que la madrina espere a que la novia haya elegido su vestido para poder iniciar la búsqueda del suyo, tratando de no desentonar ni acaparar la atención que merece la auténtica protagonista de la boda.